Como cualquier ser viviente, el universo tiene una partícula base inicial, en donde se encuentra la información de toda su creación y estructura. En los seres vivientes esa partícula se encuentra en el ADN, en cuyos genes se guarda la matriz de la vida. El universo como creación del “Do” también tiene su ADN en donde se guarda el génesis (origen) de la realidad general que da sustento a esta realidad subjetiva. Esta partícula divina es la piedra angular de todo lo conocido por el hombre, toda materia se basa en la estructura “geométrica”, si puede llamarse así, de dicha partícula, y es, como dije en la carta a los lectores, el ADN de la creación que marca el camino de cada uno de nosotros de forma particular y única, diferenciándonos tridimensionalmente como una célula de otra en un cuerpo, o como un átomo de otro en cualquier materia. Hoy veremos qué es esa partícula, cómo funciona y cómo guarda el orden en el universo para que todo sea como es. Para comprender correctamente este concepto se recomienda la lectura y comprensión de los artículos “la esfera de consciencia” y “el error que no lo fue”. Todo lo expuesto puede ser comprobado matemáticamente. Al que le interese profundizar, y comprenda matemáticas y geometría avanzada, puede leer los trabajos de Nassim Haramein.
Antes de empezar el desarrollo de este conocimiento debemos comprender primero un concepto tomado durante años como verdadero pero que en realidad es equívoco, y me arriesgaría a decir que ocultado premeditadamente. Me refiero específicamente a la ley de gravedad newtoniana.
“La Ley de la Gravitación Universal de Newton establece que la fuerza que ejerce una partícula puntual con masa m1 sobre otra con masa m2 es directamente proporcional al producto de las masas, e inversamente proporcional al cuadrado de la distancia que las separa”, o sea que la atracción gravitacional depende de la masa de un cuerpo y de la distancia a él. Siendo su valor aproximado 6,674 × 10−11 N·m2/kg2, realmente insignificante para producir las fuerzas que se le atribuyen, como la aceleración originada por la gravedad terrestre, que es aproximadamente de 9.81 m/s2. Dejando de lado conceptos y terminologías académicas, que sólo entenderán los físicos y matemáticos, la gravedad en realidad depende del vacío y no de la masa, ¿por qué postulo esto?, porque el 99,99999 % de la materia es espacio vacío interatómico. No me explayaré ahora sobre esta “teoría” porque no es el tema, pero su aceptación es fundamental para comprender cómo funciona la partícula divina.
“La Ley de la Gravitación Universal de Newton establece que la fuerza que ejerce una partícula puntual con masa m1 sobre otra con masa m2 es directamente proporcional al producto de las masas, e inversamente proporcional al cuadrado de la distancia que las separa”, o sea que la atracción gravitacional depende de la masa de un cuerpo y de la distancia a él. Siendo su valor aproximado 6,674 × 10−11 N·m2/kg2, realmente insignificante para producir las fuerzas que se le atribuyen, como la aceleración originada por la gravedad terrestre, que es aproximadamente de 9.81 m/s2. Dejando de lado conceptos y terminologías académicas, que sólo entenderán los físicos y matemáticos, la gravedad en realidad depende del vacío y no de la masa, ¿por qué postulo esto?, porque el 99,99999 % de la materia es espacio vacío interatómico. No me explayaré ahora sobre esta “teoría” porque no es el tema, pero su aceptación es fundamental para comprender cómo funciona la partícula divina.
Ese espacio vacío interatómico en movimiento, es el que nosotros percibimos como tiempo. En el artículo “explicando las dimensiones” dije: “Como habrán observado el movimiento de un cuerpo en el espacio se percibe como tiempo, de ir desde el punto (A), al punto (B), demora una (X) cantidad de tiempo, o sea que podemos decir que el tiempo es como percibimos la dimensión directamente superior, el tiempo no es una dimensión en sí misma como se cree, sino la percepción tridimensional de la cuarta dimensión.” Como el 99,99999 % de la materia es espacio vacío, el movimiento de un cuerpo en el espacio, es en realidad el movimiento del espacio en el espacio. La pregunta lógica es ¿Cómo se mueve el espacio dentro del espacio?, y aquí entra en escena lo explicado en “el error que no lo fue”, la singularidad, lo infinito dentro de lo finito. No explicaré ahora como es esto posible por ser demasiado largo y complicado, sólo daré un ejemplo de como es el proceso.
Imagine una esfera, puede tomar la esfera de consciencia como parámetro, el espacio en ella está acotado por su límite, en su interior guarda la información de la consciencia del Ser, imagine ahora un cuerpo piramidal polarizado (girando) formando dos cuerpos piramidales entrecruzados de forma invertida, como la estrella de David o Sión de seis puntas pero de forma tridimensional, cuyos vértices tocan los límites de la esfera, acote cada vértice con una nueva esfera, y tendrá ocho esferas, una por cada vértice de la doble pirámide dentro de la primera esfera, repita el proceso en cada esfera y tendrá sesenta y cuatro esferas, siga haciendo el proceso en cada una de ellas y tendrá infinitas esferas dentro de una esfera, como la flor de la vida en su máxima expresión (ver imagen inferior), infinito espacio dentro de un espacio finito, el espacio creándose a si mismo, duplicándose como una célula de un organismo, moviéndose, llenando el espacio con espacio, atraído por la gravedad del vacío, cayendo en su propia singularidad, en su propio agujero negro, el vacío de la consciencia del espacio dentro del espacio. Información infinita dentro de un espacio limitado, la esfera de consciencia proyectándose hacia el Do. Con este ejemplo podríamos deducir que todo el universo y la creación puede estar acotado en nuestra esfera de consciencia, en nuestro Ser. El universo dentro de nosotros, transmitiendo y recibiendo información, creándose a si mismo, comenzando y terminando en nuestro interior, proyectando la realidad holocuántica que nos rodea. Creando y destruyendo inconscientemente la realidad, creando múltiples universos. Cada uno existiendo en el protón de cada átomo de hidrógeno existente y estos cohabitando en un átomo primordial que la filosofía oriental conoce como la respiración de dios, el gran péndulo de la existencia, la consciencia del Ser, el Bosón de Higgs de la creación.
Imagine una esfera, puede tomar la esfera de consciencia como parámetro, el espacio en ella está acotado por su límite, en su interior guarda la información de la consciencia del Ser, imagine ahora un cuerpo piramidal polarizado (girando) formando dos cuerpos piramidales entrecruzados de forma invertida, como la estrella de David o Sión de seis puntas pero de forma tridimensional, cuyos vértices tocan los límites de la esfera, acote cada vértice con una nueva esfera, y tendrá ocho esferas, una por cada vértice de la doble pirámide dentro de la primera esfera, repita el proceso en cada esfera y tendrá sesenta y cuatro esferas, siga haciendo el proceso en cada una de ellas y tendrá infinitas esferas dentro de una esfera, como la flor de la vida en su máxima expresión (ver imagen inferior), infinito espacio dentro de un espacio finito, el espacio creándose a si mismo, duplicándose como una célula de un organismo, moviéndose, llenando el espacio con espacio, atraído por la gravedad del vacío, cayendo en su propia singularidad, en su propio agujero negro, el vacío de la consciencia del espacio dentro del espacio. Información infinita dentro de un espacio limitado, la esfera de consciencia proyectándose hacia el Do. Con este ejemplo podríamos deducir que todo el universo y la creación puede estar acotado en nuestra esfera de consciencia, en nuestro Ser. El universo dentro de nosotros, transmitiendo y recibiendo información, creándose a si mismo, comenzando y terminando en nuestro interior, proyectando la realidad holocuántica que nos rodea. Creando y destruyendo inconscientemente la realidad, creando múltiples universos. Cada uno existiendo en el protón de cada átomo de hidrógeno existente y estos cohabitando en un átomo primordial que la filosofía oriental conoce como la respiración de dios, el gran péndulo de la existencia, la consciencia del Ser, el Bosón de Higgs de la creación.
Claro está que estamos tratando de explicar y entender algo adimensional, una singularidad, desde una perspectiva subjetiva tridimensional. Tendríamos que tomar como base, por lo menos el comportamiento del torus en su nivel péntadimensional, y verlo desde una perspectiva cuántica, para acercarnos siquiera un poco a la verdadera comprensión de la partícula divina. Pero a grandes rasgos podríamos decir que la partícula divina somos nosotros, nuestra esfera de consciencia lleva la información necesaria para el proceso de creación, somos el ADN del Do. Por algo el segundo choque consciente (fa-mi) de la primera octava fue la vida consciente en el universo. Este no podía ser creado sin el ADN correspondiente.
Ahora dormidos y muertos, este poder es usado por los que lo conocen, llevándonos inconscientemente a proyectar mediante nuestra partícula divina esta realidad. Cuando despertemos, y logremos ser Humanos y Viryas, nuestro propósito será AMAR y CREAR conscientemente el universo que queramos, mientras tanto, como Pasús y Lhumanus, seguiremos siendo devorados por el espacio y el tiempo de otros que conocen el secreto. Seamos tiempo y espacio, seamos existencia y vida, seamos consciencia y Ser y la creación estará en nuestras manos.
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