Por Angel Hidalgo.
Intención inicial: que cada uno se pregunte dónde fija su atención.
Propósito final: potenciar la atención consciente para la ampliación de la esfera. (de consciencia)
Propósito final: potenciar la atención consciente para la ampliación de la esfera. (de consciencia)
Nos pasa todo el tiempo, pero pocos se percatan de ello. Allá donde esté nuestra atención, estamos nosotros. Siendo la sintonía del universo que nos rodea acorde al estado de nuestra atención.
En la vorágine de la dispersión de pensamientos y emociones es prácticamente imposible captar las señales y sincronías que se presentan en nuestro mundo exterior, pues nuestra atención está tan disgregada, tan incoherente y difusa, que el universo no sintoniza con lo que realmente queremos y sus mensajes son inconexos, volátiles e imprecisos, en consonancia con nuestro estado interior.
Todo lo contrario ocurre cuando el estado es de con-centración, con un centro de gravedad definido haciendo girar los pensamientos, las palabras y las acciones en torno a un eje principal previamente fijado y elegido, asumido con responsabilidad, y colocado conscientemente en el lugar preponderante de la atención de nuestra prioridad.
Si estamos pensando en comprar un auto nuevo, nuestro estado interior se polariza en ese objeto de nuestra atención, empezando a ver autos por todos lados, marcas, modelos, puntos de venta, precios, prestaciones y características, etc. Hasta nuestros encuentros con personas conocidas y las conversaciones que se van dando tienden a tomar la dirección del punto central: “un auto nuevo”. Incluso las publicaciones y revistas que caen en nuestro radio de acción giran en torno a los autos, unas veces buscadas, otras “casualmente”.
Lo mismo se puede trasladar a cualquier otro ámbito de nuestra vida donde la atención se centre: una mujer que se queda embarazada verá niños y embarazos, alguien que esté buscando un trabajo verá diferentes oficios y profesiones por cualquier sitio donde vaya, otro que esté muy volcado en hacer deporte verá gimnasios y actividades deportivas con toda su parafernalia, etc, etc.
El denominador común de todo ello no es más que el estado de atención, el punto u objeto en el cual estamos centrados, convirtiéndose en el eje central a través del cual giran los pensamientos, los acontecimientos y las circunstancias de nuestro diario vivir y transitar. De esta manera nos damos cuenta de la importancia de establecer nuestro centro de atención consciente, ya que aquello en que nuestra atención esté instalada será el motor del devenir de los acontecimientos.
La atención mecánica nos arrastra con la información que nos llega a raudales por diferentes medios, aquel que no tenga una atención consciente con un propósito y responsabilidad de sí, será como una veleta movida por el viento; para el que sí los tiene, cogerá lo que le sirve dándole la orientación adecuada, y descartará lo superfluo y desviado.
Una atención consciente necesita de una continuidad, constancia o perseverancia para que las fuerzas que moviliza se concreten o materialicen, así como de una intención inicial clara y un propósito final definido, para que su flujo esté provisto de coherencia y dirección.
La atención consciente, sostenida sobre un noble propósito y asumida la responsabilidad que entraña, se convierte en la barrena que horada la matrix virtual que nos envuelve para acceder a otra nueva. Así como la atención puesta en la amplitud de la esfera de consciencia hace que ésta tienda a su expansión, y conforme la esfera se expande y la atención se sostiene, nuevas realidades tienen cabida.
Ángel
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