La reacción rápida ante lo que sucede, no es en principio “mala”. De hecho es lo que nos ha hecho llegar hasta aquí como especie. Llevamos la capacidad de reaccionar impresa en nuestra biología. Tres son las reacciones básicas que compartimos con casi todo el resto de animales: ante un acontecimiento la reacción espontánea puede ser huir, luchar o hacernos los muertos.
Hasta aquí todo bien.
Pero… ¿qué ocurre cuando esta reacción adaptativa se extiende a acontecimientos de nuestra vida que no ponen en jaque la supervivencia?
¿Qué ocurre cuando reacciono luchando ante el planteamiento, quizás inoportuno, de mi jefe, aún sabiendo que no es lo más inteligente? ¿Y cuando en un conflicto de pareja que necesita ser resuelto me pillo sistemáticamente huyendo? “No me di cuenta… ahora, después de ver las consecuencias, hubiera hecho otra cosa…” ¿Nos suena este tipo de pensamientos “a toro pasado”?
Un par de ecuaciones sencillas pueden ayudarnos:
Hasta aquí todo bien.
Pero… ¿qué ocurre cuando esta reacción adaptativa se extiende a acontecimientos de nuestra vida que no ponen en jaque la supervivencia?
¿Qué ocurre cuando reacciono luchando ante el planteamiento, quizás inoportuno, de mi jefe, aún sabiendo que no es lo más inteligente? ¿Y cuando en un conflicto de pareja que necesita ser resuelto me pillo sistemáticamente huyendo? “No me di cuenta… ahora, después de ver las consecuencias, hubiera hecho otra cosa…” ¿Nos suena este tipo de pensamientos “a toro pasado”?
Un par de ecuaciones sencillas pueden ayudarnos:
reacción= desatención
respuesta=atención
Es lógico: si la supervivencia está en juego y la reacción es la clave, no hay tiempo que perder, necesitamos reaccionar rápido, sin que sea necesario ningún tipo de análisis acerca de qué es lo mejor o más apropiado. El problema surge cuando, a base de repetir una y otra vez este tipo de circuitos casi instantáneos, la opción “reacción” queda instalada en nosotros como “opción por defecto”; es decir: la que se pone en marcha si no hacemos nada que especifique que queremos otra cosa. En este caso, la otra opción posible sería “responder”.
“Responder” lleva algo más de tiempo, porque afecta a circuitos más elaborados. Responder supone darme cuenta, sopesar opciones, elegir una de ellas y llevarla a cabo. Cuando no es cuestión de vida o muerte instantáneas, parece que es la opción más adecuada. Nuestras abuelas ya lo sabían cuando nos decían que contáramos hasta diez antes de hacer o decir algo. Sin saberlo, estaban ya hablándonos de una “pausa Mindfulness”. Para poder responder en vez de reaccionar necesitamos darnos ese breve margen de tiempo para darnos cuenta, analizar y elegir el “cómo hacerlo”. Responder con consciencia no significa hacerlo a la velocidad del caracol; no es un siglo lo que necesitamos para cambiar nuestras reacciones por respuestas. Bastan cinco o diez segundos en los que hagamos dos o tres respiraciones conscientes que nos pongan en contacto con el cuerpo y la emoción, que nos salven de ser arrastrados por la inmediatez reactiva: respiro, me doy cuenta de lo que interiormente mueve esta cuestión en mí a nivel emocional, así como a nivel de recuerdos, anticipaciones temerosas… Lo observo, lo siento en el cuerpo y, sólo después y desde esa conexión conmigo, decido cuál es mi respuesta consciente.
En Mindfulness entrenamos esta cuestión por ejemplo practicando el “STOP”:
S=DetenteT=Toma aireO=ObservaP=Prosigue
Y decimos “entrenamos” porque, como es lógico, sólo si nos habituamos a introducir este tipo de pausas en cuestiones menores y cotidianas, cuando lleguen las grandes ocasiones lo haremos sin mayor problema.
Recuerda: si quieres introducir en los momentos importantes de tu vida la opción “responder” antes de que por defecto se active la opción “reaccionar“, entrénate practicando pequeñas pausas como el STOP en tu cotidianidad: puedes practicar un STOP antes de comenzare a comer, antes de entrar o salir de algún lugar, antes de arrancar el coche o antes de contestar ese mail que llegó hoy. Verás cómo entonces, en situaciones importantes, cada vez te será más fácil tomarte ese pequeño lapso de tiempo que te permita responder con consciencia y oportunidad en vez de reaccionar inadecuadamente para luego perder mucho más tiempo arreglando el desaguisado inconsciente que resultó.
Ana Gutiérrez
Coordinadora de Consultor en Mindfulness Transpersonal
Escuela Española de Desarrollo Transpersonal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
En breve el Moderador del Blog publicará tu mensaje.
Gracias por escribirnos.